¿Es
México racista?
La humillación a tres indígenas y
una exposición sobre discriminación avivan el debate
México 30 JUN
2016 - 01:32 BRT
Una calle
de la Ciudad de México. SAÚL RUIZ
A la entrada de Imágenes
para ver-te. Una exhibición del racismo en México, el vigilante Abel
Rodríguez, de 47 años, recuerda su infancia en un pueblo de Veracruz:
"Sufrí mucho de niño. Para poder desayunar iba ofreciéndome de barrendero
por las mañanas. Para comer le traía leña a quienes lo pidieran. Y siempre me
trataban como ajeno". A las puertas de una exposición en el Museo de la Ciudad de la
capital que pone a su país ante el espejo de su viejo y velado tuétano de
discriminación, Rodríguez responde a la pregunta por su identidad.
–¿Mestizo o indígena?
–Yo me considero indígena.
–¿Y qué es mestizo para usted?
–Eso es lo que quisiera yo saber.
¿Qué es un mestizo?
El de México, dice el cartel de
bienvenida, es un racismo "escurridizo, difícil de cernir". La
ausencia de polarizaciones raciales (como blanco-negro), la relativa
homogeneidad de aspecto del mexicano mayoritario (el mestizo, moreno o claro en
diferentes grados) hace que no sea en general un racismo dicotómico, de unos en
contraste a otros, sino interno, de escalas de asunción o rechazo de la
herencia originaria. "Es un sentimiento que nos involucra a todos. Como en
alguna medida casi todos somos indígenas, es algo muy difícil de aceptar",
juzga César Carrillo Trueba, biólogo, antropólogo y comisario de la muestra
mientras enseña un sala en la que se proyectan rostros que mutan en unos
segundos de un color y unos rasgos a otros, mostrando la cercanía de todas las
variables del humano, junto a expresiones populares que denigran a los
indígenas.
'Chamulas cargando las sillas de camino' (ca. 1955). Cedida por la
exposición 'Imágenes para ver-te' Fondo Juan Guzmán, Colección Fundación
Televisa
Frijolero. Indio bajado del cerro
a tamborazos. Nopal. Cara de ídolo prehispánico. Prófugo del petate.
Las exhalaciones racistas son
frecuentes en México. Hace dos semanas se difundió un informe de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos sobre la humillación y el maltrato que sufrieron
tres indígenas tzeltales de Chiapas cuando agentes de migración mexicanos los
detuvieron y trataron de expulsarlos de su propio país con destino a Guatemala,
de donde los funcionarios consideraron que debían de provenir aquellos
sospechosos de no-mexicanidad.
"Un caso como ese lo que
evidencia es que en México hay mucho racismo", afirma el antropólogo Roger Bartra. "Lo hay
dondequiera que mires. En los estratos ricos, en las capas acomodadas, en la
clase media. Hasta en los sectores más pobres, incluso entre indígenas; es
dramático, cuando tienen un hijo más blanquito creen que es mejor".
"El desprecio a lo indígena es generalizado y antiquísimo, una herencia
colonial que sigue permeando a la sociedad tanto en la cúspide como en la base.
Eso es lo más trágico. Es un racismo transversal".
En la exposición, Carrillo Trueba
señala una frase de un casting para un anuncio de Aeroméxico. Todos
look Polanco. Nadie moreno. Polanco es un barrio adinerado de la
Ciudad de México en el que abunda la gente blanca. El anuncio es de 2013.
Desandando décadas y yendo del ámbito de la publicidad al de la erudición, el
comisario muestra una frase de 1940 del etnógrafo Carlos Basauri –"Los otomíes
carecen de ideas abstractas"–, equiparable a Todos look Polanco.
Autor de México racista
(Grijalbo, 2016), Federico Navarrete opina que el racismo es "un problema
serio de nuestro país". "Desde los ámbitos más privados (familia,
escuela, círculos sociales) hasta el racismo descarado, casi de apartheid,
de las televisoras y la publicidad, pasando por el racismo velado en lo
público, en acceso a servicios, impartición de justicia, distribución de la
riqueza. Diría que el racismo no es el origen de nuestros problemas, pero los
agrava".
'Misión cultural', Ramón Alva de la Canal. Imagen cedida por la
exposición 'Imágenes para ver-te'. De mono azul, José Vasconcelos. INBA
En México, un país en el que más
de 15 millones de personas (10% de la población) se consideran indígenas, no
hubo un órgano centinela de la diferencia hasta la creación en 2003 del Consejo
Nacional para Prevenir la Discriminación. Hoy, según las encuestas, uno de cada
dos mexicanos reconoce que en su país se sufre discriminación por el color de
la piel, y las personas de piel morena oscura tienen un 51% menos de potencial
de riqueza que las blancas.
Los analistas coinciden en que la
demora en el reconocimiento del problema racista, que en México se está echando
a rodar con mucho retraso con respecto a otros países, tiene que ver con el
mito del mexicano mestizo (el universal mexicano) que se alentó después de la
Revolución: la "raza cósmica", en palabras del intelectual José
Vasconcelos, un supuesto combinado de europeo e indígena que superaba por
fusión a esos dos elementos.
Carillo Trueba critica la base
del mito: "El mestizaje como tal, en realidad, fue sobre todo entre
distintas comunidades indígenas. Por ejemplo, el hijo de un tarahumara con la
hija de un zapoteco. Hay poco de europeo. De hecho, hay incluso más de negro africano, como
indican los estudios de marcadores genéticos. Sin embargo, no hay mexicano que
no diga que tiene un abuelo español. Le ayuda a ser reconocido como blanco, o a
percibirse como tal".
En el México de los tres
tzoztiles a los que quisieron deportar, de los centros comerciales con anuncios
de familias rubio finlandia, de la Virgen morena, la de Guadalupe, pero Nadie
moreno para el casting, en el lema del estandarte educativo de
la nación, la UNAM, se sigue leyendo: Por
mi raza hablará el espíritu, frase de Vasconcelos. A falta de que se
consume el aserto cósmico, sucede y no es poco que, como dice Carrillo,
"se empieza a hablar de racismo".
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